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Manifiesto «Ante la emergencia climática, no más promesas vacías». Llamamiento a una «Acción Global por el Clima» el 19 de marzo

Activistas de todo el mundo y del Estado español nos unimos para denunciar la inacción de los gobiernos frente a la Emergencia Climática. Esta vez, nos enfrentamos también a una gravísima crisis sanitaria que sacude el globo, consecuencia directa de la pérdida de biodiversidad y de un proceso de globalización que no conoce límites. Según las Naciones Unidas, la falta de ambición en los compromisos de los países nos lleva hacia un aumento de la temperatura global muy por encima de los 3 grados centígrados, lo que provocaría consecuencias catastróficas para las sociedades humanas y los ecosistemas.

Las jóvenes han vuelto a las calles empujadas por la urgencia de la situación. Es imposible obviar que la crisis climática ya está aquí, y ya la estamos sufriendo. El 2020 ha sido el segundo año más cálido jamás registrado. Este mismo mes de enero, en muchos lugares de España, nos vimos afectad os por el temporal Filomena y, pocas semanas después, otras zonas batían records con temperaturas de más de 29º C. Todo esto apenas un año después del devastador temporal Gloria, que dejó la costa mediterránea bajo el agua. Un temporal que se da una vez cada medio siglo, se dijo entonces.

La inacción de la clase política frente a esta situación nos obliga a movilizarnos y reclamar nuestro derecho, no solo a un futuro digno y a una vida que merezca la pena vivir, sino simplemente a no ser exterminados por las consecuencias que pueden llegar a ser irreversibles al superar los 3º C de incremento sobre la temperatura de la época preindustrial.

Estamos hartas de falsas promesas y políticas nada ambiciosas. Tenemos la oportunidad de actuar, de decidir sobre qué presente y futuro queremos avanzar: si hacia el modelo que sitúe el bienestar de las personas y el planeta en el centro, o mantener el actual, destruyendo vidas y territorios, explotando personas y acrecentando de forma acelerada las desigualdades, donde los únicos beneficiados son los de siempre. No hacer nada no es una opción: estamos en una encrucijada y la vida va perdiendo. La llegada de los fondos Next Generation EU al Estado español, de ciento cuarenta mil millones de euros, si no se utilizan adecuadamente, podría seguir inclinando la balanza hacia un sistema precarizador, explotador y ecocida, profundizando cadenas de desposesión y lucro, multiplicando deudas y vendiéndonos un futuro que ni es ni será verde, ni resiliente, ni transformará nada. ¿Cómo puede parecernos normal? ¿Vamos a quedarnos sentadas y permitir que este dinero se lo lleven las grandes empresas? Y lo que es todavía peor, que en lugar de ayudar a solucionar los problemas, contribuyan a agravarlos!

La respuesta es no. La precariedad de nuestras vidas, de las de todas, ya está tocando los límites. Para muchas mujeres, pensar en un futuro de manera optimista es imposible. Es complicado crear soluciones a largo plazo cuando no sabemos ni lo que nos espera al día siguiente. La precariedad laboral y el paro juvenil están en máximos históricos. Vivimos en una sociedad enferma en que los ciudadanos son despreciados e invisibilizados y los cuerpos se reducen a un recipiente, a una herramienta más a manos del sistema. Un sistema que funciona a espaldas de nuestra propia supervivencia, un sistema depredador que no entiende de ciclos naturales ni de sostener las vidas que conviven en este planeta. Necesitamos cambiar de rumbo, bajar el ritmo y hablar de necesidades, de vidas, cuerpos y ecosistemas, de salud comunitaria y planetaria.  Patriarcales de conquista

Son los valores patriarcales de conquista y dominación los que nos han traído hasta este punto tan crítico de la historia, en el que los territorios y los cuerpos son explotados, pero no todos por igual, ni las corporalizamos ni territorializamos de la misma forma. Las mujeres, especialmente aquellas más empobrecidas, disidentes, trans, defensoras y del Sur Global son quienes sufren en mayor medida las consecuencias de nuestro modelo extractivista y ecocida. Estamos en deuda, no podemos sostener más este sistema que cada día va destrozando más nuestra casa común: necesitamos cambiar de raíz, caminar hacia horizontes decoloniales, ecofeministas y comunitarios en que los cuidados, los afectos y lo colectivo sean más que un lema, que sean práctica cotidiana.

Y a pesar de esta realidad, a pesar de todo, como solución ¿qué se nos ofrece? La nada. Falta de ambición, balones fuera, una clase política que no está dispuesta a dialogar ni a hacer lo suficiente. Una ansiada Ley de Cambio Climático que ni se acerca a los objetivos marcados por el IPCC, ni siquiera a aquellos marcados por la propia Unión Europea. No hay tiempo para discursos vacíos, necesitamos acciones valientes y ambiciosas. Y las necesitamos para ayer. No nos vamos a conformar con otro parche en la máquina. No. Es necesario un cambio de raíz de nuestras formas de hacer, consumir, producir y vivir. Y no, no son acciones valientes y ambiciosas ni se libran los de siempre a costa de las de siempre. Basta ya de viejos remedios para un viejo modelo. Construyamos un nuevo sistema poniendo a las personas y al planeta en el centro. Dejemos de endeudar nuestro futuro.


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